miércoles, 16 de abril de 2008

La nervadura inerte de aquello que no se piensa. Tomá!




Foucault
hace referencia a Descartes en relación con algo que yo me había planteado cuando leí su famoso Discurso del Método. A su vez, dicho cuestionamiento planeaba en mi cerebro desde el silogismo aristotélico. En aquel momento, yo me preguntaba qué hacer con premisas que no pueden ser comprobadas. Me decían: “todos los hombres son mortales”, y yo ahí decía, bueno, pero cómo saben que todos los hombres son mortales. Bastante más tarde encontré a Bertrand Russel, quien me dio una mano enorme. Ahora bien, llega Descartes (en mi bibliocronología personal) y con su apoyo a la Duda, me terminó convenciendo, porque yo andaba dudando de todos y de todo, y me hizo dar cuenta de que mi paranoia no era tal, sino más bien una inquietud filosófica de un nene de Caballito.

Pero estaba el cogito, y otra vez me volvió Aristóteles y sus premisas. Por suerte, Las Palabras y las Cosas, de Foucault, estaba de oferta en el Parque, y ahí hallo que Michel se cuestionó algo parecido y encendió una teoría que no termino de aprobar, pero que es hiper interesante. Según Foucault: “(…) El cogito no será pues el súbito descubrimiento iluminador de que todo pensamiento es pensado, sino la interrogación siempre replanteada para saber cómo habita el pensamiento fuera de aquí y, sin embargo, muy cerca de sí mismo, cómo puede ser bajo las especies de los no-pensante”. Ahí está, porque Descartes barrió de un plumazo a quien no subscribía su idea del pensamiento como evidencia, porque quien lo negaba, estaba pensando. Touchè! Ahora bien, cómo podíamos asegurar que la idea del ser - el sum en este caso - podía no desprenderse de la materia pensante. Digo, un pensamiento cuya entidad no infiera la existencia. Se pregunta Foucault: “¿acaso, puede decirse, en efecto, que soy este lenguaje que hablo y en el que mi pensamiento se desliza al grado de encontrar en él, el sistema de todas sus posibilidades propias pero que, sin embargo, no existe más que en la pesantez de sedimentaciones que no será capaz de actualizar por completo? ¿Puedo decir que soy este trabajo que hago con mis manos, pero que se me escapa no sólo cuando he terminado, sino aun antes que lo hubiera iniciado? ¿Puedo decir que soy esta vida que siento en el fondo de mí pero que me envuelve a la vez por tiempo formidable que desarrolla consigo y que me levanta por un instante en su cumbre, pero también por el tiempo inminente que me prescribe mi muerte?

Siempre me fascinó el in crescendo vital de este cuestionar. Cómo empieza por una fría metafísica y termina en una exclamación poética bellísima. De algún modo nos dice que el cogito moderno no nos puede llevar indefectiblemente al ser. Sin embargo no me termina de convencer, digo, me parece que no resquebraja la teoría cartesiana y que su respuesta rodea a un nuevo cogito, por lo que las cosas no andan tan bien con las palabras.

Me surge la idea del no lugar. Aunque quizás no sea más que una metafísica del territorio, adjetivándolo más que definiéndolo. El punto es que ni Foucault ni Russell me han quitado mi duda. Eso significa que han hecho más que bien su trabajo


Over.


PD: Amit me mandó a leer a Hume y a Husserl. Pero dice que Descartes era principalmente una eminencia en matemáticas. Su fiolosofía partía de lo racional pero con el objeto de refutarla. Y nos decía algo así como: Muchachos, a todo lo que su razón les dé por supuesto, tómenlo con pinzas. Y que las pinzas sean buenas.
Amit, lo de la sincronicidad viene con todo. Fins ara, my friend.

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