viernes, 31 de diciembre de 2010

Pozo negro

Último roce, último nivel, última bala
Un filo espeso prologa el adiós.
Las llaves, las culpas y la negra tregua
Yo te ofrecí la mano, buscaba calor,
¡Qué brillo vacío en la memoria!
Todo está claro y en paz, ¿eso dijiste ?
Por eso me fui lento, me quedé tranquilo,
Y así estoy: manso.
Falsamente manso como un lago



Over.

Amrita, el néctar divino

Quizás esté bien la palabra “mood” para nombrar esa levedad necesaria para transitar alguna novela de Yoshimoto. No es ni un código ni una postura, es tan sencillo y tan complejo como la aceptación de esa liviandad de espíritu. Y no siempre se puede. Y no siempre se debe.

Amrita es una novela cuya interpretación se fagocita al texto, razón por la cual hay que, imperiosamente, detenerse ante el símbolo y aprobar la construcción de un texto más bien simple, inscripto en la tradición existencialista y centrado en la respuesta de la juventud ante la muerte, el cambio, o la simple diferencia ante lo que juzgamos mayoritario.

La historia es tal cual se adelanta en la contratapa: Una joven tiene un accidente que le provoca la pérdida de la memoria, la cual va recuperando lentamente. A su vez, su hermana, actriz y hermosa, se suicida, y el novio de ésta termina saliendo con ella misma, con tanta naturalidad que hasta se percibe que termina ocupando el lugar de su hermana. Por otro lado, el hermano menor sufre de algún tipo de trastorno de angustia con extraños poderes anticipatorios, situación que lo lleva a internarse, todo condimentado por la aparición de seres cuya espiritualidad entra en conflicto con lo real.

Suena bien. Por momentos (más de lo aceptable) se hace tedioso o demasiado básico. Algunos pasajes son claramente intrascendentes. Es más, hacia el final de la novela, cuando estaba todo dicho y terminado, aparecen dos nuevos personajes que extienden innecesariamente la novela.

Es, a todas luces, una obra irregular, con momentos que van empujando la lectura en medio de otros que inquietan con su anodina arquitectura. Elijo, sin dudarlo, Kitchen o Sueño Profundo, de una factura falsamente menos oscura, más bien con el peso justo de la ingravidez que la autora maneja con plausible ductilidad.


Over.

jueves, 30 de diciembre de 2010

sábado, 25 de diciembre de 2010

Pozo negro



Acorde de río para esta voz azul
Limpia de fango, cansada de ahogar
Cierro la mano, fuerte, ven a la sombra
Está música negra te dará aliento
Viajará en sangre hasta los párpados,
Azul,
Ya remonté el mismo viento, mi ser,
Ya vi las formas del agua sobre tu cuerpo.


Over.

martes, 21 de diciembre de 2010

lunes, 20 de diciembre de 2010

Pozo negro (exquisite corpse)

There was a way down the hole
They chose the left one (Oh, the left one!)
Now we sing the song:
Thinking stones, sinking stones,
blinking stones, ringing stones.
Lest we climb the wrong hill
We surfed down, down, down
Now we sing the song:
Thinking stones, sinking stones,
blinking stones, ringing stones.
Now they dwell on the past
A fancy mirror repeating the hours
“Back to the bottom”, they yelled
The man was half naked.
Everyone said: “He knows.”
“Heed His warning”, they repeated
He said: “Life is a feather.”
Over.



Over.

Uno, dos. Uno, dos.






Tu gato tiene pesadillas – dice Ceci, - mirá los espasmos que tiene, ¿con qué soñara?

Ceci vino a mi casa nueva y vio mucha luz, a vos te va a hacer bien, aunque no te guste, sabés lo que daría yo por una de estas ventanas.

Ceci ya no vive enfrente, ni nadie escucha a Sviatoslav Richter y dice: este tipo tiene una mano de más. Nadie viene del sur. Nadie me toca el timbre para avisarme que Keith Jarrett sacó un disco. Llega todo por teléfono. Todo se hizo remoto. Algo no encaja pero tu cabeza recortada por el ventanal, sube y baja las escaleras, esto es así.

El mate es igual. Los cuerpos son iguales. Me toca la nariz y dice “polidipsia psicogénica” y arranca. No, nunca supe de nadie que la sufriera, pero se da. Después te ponés de pie y empezás con la marcha tabética, y los milicos, y yo digo Horowitz. Palabras mayores. No, no tengo ningún disco. No te puedo dejar solo. No.

Mi gato tiene pesadillas y lo despierto y me mira y creo que ya está.


Over.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Palabritas

Qué belleza impone el hecho de que vos respires ausente mientras yo te vigilo, urgente por tu cuerpo. Te juzgo en paz, es tarde y yo quise correr a escribirte, para que me creas, en algunas horas, que fui yo el mismo que prometió mil palabras. Te imagino junto a mí, discutiendo en esas casas nuevas, sin muebles, donde la voz retrocede de tanto golpe. Somos vapor en el tiempo. Hay un poema de Shakespeare que empieza algo así: cuando mi amor jura que todo lo que diga es verdad, yo le creo, aunque sé que miente. ¿Te das cuenta? Eso soy: un montón de poemas que recuerdo, gente que no se va, libros que me salvan, y tu cuerpo, dormido, al que le escribo.


Over.

¿En mi cabeza?






No recuerdo el fundamento de la discusión, pero sí llega clara hasta mí la voz del alumno de diez años: “Pero es que si no hay espejo, no sabemos quiénes somos”. Curiosa gnosis del niño, inocente y tan real. Inútil hablarle de la construcción del Yo o de la consciencia, para él la inferencia es más cruda y menos contaminada.

Aquella frase volvió a mí tras ver un cartel que promociona el abandono del cigarrillo. Bajo la marca, nos advierten: “No sos vos, es tu cerebro.”. Ahí estaba el dibujo de una cabeza humana con la frente transparente y la presencia de bichos con grandes dientes entre las conexiones neuronales. Básico.

Me quedé pensando en esa escisión que no alarma: ¿acaso ese “vos” y el cerebro no son lo mismo? Por qué esa tendencia esquizoide es tan popularmente aprobada. Cómo no comprender, entonces, la aún fuerte aversión a las enfermedades mentales, si nos permitimos día a día seguir repitiendo eso de: “es tu cabeza”,” la mente es terrible”, “es todo psicológico”.

Más allá de la ridícula extensión para exponer el tema, permítaseme agregar que la mente es mucho más “controlable” que el corazón o la vesícula. ¿Para cuándo algún slogan del tipo “no sos vos, es tu histamina”?

Over.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Credo quia absurdum





La alocución latina ya impone la vetustez de lo que vaya a escribir. Ciertamente, regresó a mí en un texto sobre la correspondencia entre Pascal y Fermat. De Pascal paso al fideísmo, de ahí al título de este post, y todo me lleva a otro escrito que recuerdo con vigorosa precisión: "El Porvenir de una Ilusión", del gran Sigmund. Texto que a todas luces suena vencido hoy en día, pero que es necesario e ineludible, ya sea como material de lectura obligatoria en la escuela, o bien en cualquier curso de ingreso a la universidad.

En el mismo, Freud intenta hacer un análisis de lo que significa la cultura en la sociedad y el poder que tiene sobre los individuos. De tal modo, sentencia que toda civilización impone una renuncia a los instintos, que es la coerción de una minoría sobre una mayoría que lleva sobre sí todas las prohibiciones y tareas que son en gran medida gozadas por la primera. De esa aseveración, se han nutrido dos grandes ramas del pensamiento: la psicología y la sociología. Obviamente, Freud hace hincapié en la primera, pero no es difícil vislumbrar la inquietud de las masas y sus líderes en el plano político.

Volviendo al tema: hábilmente, se traslada la cuestión de las imposiciones que conllevan la cultura y la civilización, a lo que él en última instancia llama “ilusión”, haciendo referencia a la religión en general. Esto último no es menor, ya que de algún modo, al hablar de “religión”, se habla de monoteísmo, y en especial del judaísmo y cristianismo. No importa, el concepto es interesante, y está imbuido del típico positivismo que floreciera a principios del siglo veinte en una suerte de revalidación del racionalismo del siglo XVII.

Uno tiende a pensar que es demasiado fácil desbaratar cualquier principio religioso, y que cualquier rechazo a la solicitud de fundamento no es más que la corroboración de su labilidad. De su evidente inexistencia, para ser más directo. Pero Freud pareciera querer ahondar en el tema con justa razón: la religión ha dominado al hombre desde tiempos inmemoriales, y el hecho que exista un corpus que la sostenga, es, lógicamente, sorprendente. La idea de un dios como figura superadora del padre, de la relación entre lo religioso y la infancia, el del consuelo ante la angustia existencial, parece obvia. Sí, hoy, para los que nacimos en el último cuarto del siglo que pasó. Pero en aquel momento, fue toda una declaración, y eso debe ser valorado a la hora de hundir tontamente al autor del texto.

Al mismo tiempo, resulta inevitable pensar en la figura de Nietzche, quien con más agresividad y furia, emprende sus objeciones contra el cristianismo de manera brutal. Su famosa frase: “El cristianismo es el platonismo para el pueblo”, da cuenta de la reducción a la que somete a lo religioso, no sin demostrar que invertir tiempo y alma en esas cuestiones, no es más que inútil.

Sobre la religión se puede hablar largo y tendido. O no. A veces me inclino por la segunda posibilidad. Mi intención era recordar el texto de Freud, de necesaria lectura. Aunque por otra parte, no puedo olvidar, hablando de religión, de tres aseveraciones que nunca olvido.

En primer lugar, la que sostuviera Baudelaire: “Dios es el único ser que no necesita existir para reinar”.

La segunda, dicha por el propio Pascal: “¿Quién entonces culpará a los cristianos por ser incapaces de dar razones para sus creencias, si ellos profesan creer en una religión que no pueden explicar? Ellos declaran, cuando la exponen al mundo, que es locura, necedad; y entonces, ¡se quejan porque ellos no lo prueban! Si ellos lo probaran, no mantendrían su palabra; es a través de su falta de pruebas que ellos muestran que no son insensatos”.

La última, del mismísimo Nietzche: “El politeísmo es falso pero expresa mejor la riqueza de la realidad que el monoteísmo pues no se ha separado radicalmente de la vida: el mundo de los olímpicos, por ejemplo, refleja la pluralidad y riqueza de la realidad, sus aspectos luminosos, ordenados y positivos y los oscuros, caóticos y negativos; el monoteísmo representa el extravío de los sentidos, el invento de un transmundo, la desvalorización del verdadero mundo y la máxima hostilidad a la naturaleza y a la voluntad de vida.”

Amén.

Over.

martes, 14 de diciembre de 2010

Palabritas ( de ocasión)



Tuve abuelo por obviedad biológica, y quizás le deba el conocimiento de las glicinas, la palabra chambergo y la descripción pormenorizada del idóneo de farmacia. Por suerte, la genética se tomó un descanso y salteó la profunda miopía. Nada más. La lectura febril y la exaltada curiosidad parecen adquiridas.

Me regocijo tontamente en esa posibilidad, sé que en la telaraña de gametos, pactos de sangre y promesas de amor, soy un Yo amalgama, decantado, heredero forzoso de años y sexo. El ineludible sentido atávico se burla de la esperanza de no haber sido, de construir célula a célula la arquitectura de mi ser.
Quizás seamos puros en la unión, en el golpe artero de salivas y fraternidad. Quién sabe que vos y yo, anclados uno sobre el otro, no aspiremos a semidioses más reales.


Over.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Viento de frente

Caminalanoche. Oyelanoche. Esdedíanomás. Vueltadehoja.


Mejor Pescado Rabioso.




Hoy me vuelo de tantas caras
¿No ves algo en el puente que se va?
¡Hola dulce viento!
veo claramente en ti
Eres como mi amiga que se va.


Over.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Aviam

No em vaig oblidar de res. Podries cridar-me alguna vegada!!!!!



Over.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Sí, sé.


Cuando uno estudia un idioma extranjero, una de los fantasmas más temidos se llama “contexto”. Bueno, en realidad, ese miedo toma cuerpo a la hora de traducir, y aún cuando se comprenda el significado de las palabras, se torna muy difícil trasladar el concepto.

Lo voy a poner al revés: pensemos en esta frase: “Sé quien eres”. Analicémosla así, suelta, sin más que esas tres palabras una al lado de la otra. ¿Qué quieren decir: que alguien sabe quién es el otro, o que alguien le está aconsejando a otra persona que se comporte como realmente es? Y acá no hay acento diacrítico que ayude. En las acepciones del verbo ser y del verbo saber, la conjugación “sé” es idéntica gráficamente.

¿Se entiende?


Over.








- ¿Cómo se llama usted?

- Lennon, John Lennon, de los Beatles.


God is a Concept by which
we measure our pain


Over (as the dream)



Frío


Como a Sakumi en Amrita, me pasa que cuando alguien abre el freezer en una casa ajena, me entra una sensación de angustia, como que me van a decir algo malo: que alguien ya no está o que saben algo de mí que yo no. Es más con el freezer, ya con la heladera no siento tanto eso. Y curiosamente no me pasa cuando abro mi propio freezer; sucede cuando es de otro y en otra casa.



Over.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Amor se fue.






Nos llega el sushi y el hikikomori, la civilidad y la xenofobia, la tradición y la barbarie, la ideología y la explotación. Todo nos cae desde esa otra tierra que llamamos mundo, hasta aquí, al sur del continente. Argentina.

En Argentina no hay casa “okupadas”, más bien están “ocupadas”, o mejor dicho, tomadas. Y en general, no hay ningún espíritu político-existencialista detrás de esa acción: todo es más crudo, es la lucha por un techo, vaciada de contenido (si es que se puede decir tal cosa) y no rara vez explotada por algún embustero. Si a alguna familia que ocupa esa casa, se le ofrece otra vivienda digna, simplemente se va. No es ni peor ni mejor, es así.

Del mismo modo, en el siglo que pasó, el anarquismo es un movimiento que no tuvo anclaje en nuestras pampas; aquí se eligió la guerrilla, la revolución armada con una sustentación de izquierda que iba desde un socialismo benefactor, a un comunismo más radicalizado. La explotación del individuo y la concentración espuria de capital, tuvo como réplica la sublevación armada, y no había lugar para un individualismo del tipo anárquico. Había que resolver muchas cosas antes. Que siguen sin resolverse, claro está.

La historia de María Soledad Rosas (que cerca de la “Morales”, dios!) es conocida por todos: la chica bien que se fue a Italia y se juntó con okupas y terminó presa y se suicidó y su nombre está en las remeras. La historia es simple y podría terminar ahí. Sí, porque al abrirse, se corre el riesgo de destruir el símbolo, y eso, (sin quererlo, claro está) puede ser el resultado de la lectura del libro de Caparrós.

Las primeras 100 hojas del libro, intentan demostrar que María Soledad era una chica del barrio norte porteño, que iba a un colegio privado, que era más bien retraída y no demostraba ningún rasgo especial. Es decir, una de las cuatro o cinco variantes básicas de la adolescencia. La idea era marcar el contraste, demostrar que cualquiera podía ser esa María Soledad. Mal hecho, se dice y punto, no se gastan 100 hojas.

Algo parece cambiar a los 18 años. A través de una amiga, María Soledad se dedica a pasear perros, consiguiendo así una muy buena entrada económica, por un lado, y el disgusto de los padres que no veían el rumbo que suponían para su hija. Otra historia repetida, pero aunque sea intenta definir un poco el perfil. ¿Más? Una chica linda y bien, se pone de novia con un chico feo y malo. Seguimos de manual.

Todo se precipita en un viaje a Brasil junto a un novio. Ahí está el quiebre, si se quiere, una punta del ovillo que comienza a tomar forma. Una casita en un pueblo perdido cerca del mar, un proyecto de vida bien diferente. Pero algo se apagó en medio, y ese viaje fue suplantado por otro a Europa, más precisamente a Italia.

Lo que vino después es tan simple como espectacular, tan poco diáfano como puede ser una casualidad en la vida. La casualidad es el suave nombre con el que se encumbra a la estadística, y esta última, seamos francos, rara vez opera sin nuestra intervención.
Dicho lo último, resumo: Sin saber lo que es un okupa, lo que es un anarquista, sin haber leído en su vida el Capital ni haber escuchado de la Internacional, sin ni siquiera haber leído sobre la vida del padre Mugica o las monjas francesas, ella, María Soledad, entró en una casa okupada de Turín y como suele pasar con el amor real, todo dio un vuelco atroz. En pocos meses, la causa anarquista se coló a través de su piel y le regaló un sentido vital.

Nada es sorprendente, la vida es aguda, se impulsa sobre un filo, cobra sentido así, de golpe. Casa compartida, cultura vegana, manifestaciones contra el poder, fiestas comunitarias, desconocimiento de cualquier autoridad, propiedad privada inexistentes, pequeños robos de comida, naturaleza. Anarquismo de estos tiempos que suman a su ideología (que curiosamente no es tal) el concepto de lo ecológico y del respeto por lo natural (ya esto último es terreno fangoso).

El libro hay que leerlo, es urgente como lo marca el título, es interesante como lo es toda trama trágica: operación montada por el Estado, tres perejiles convertidos en terroristas, dos suicidios, y la estela de un héroe que muere por amor y por injusticia.

El libro hay que leerlo, dije, pero siento que se rompió un símbolo para acceder a su estructura. No hay nada, detrás d María Soledad Rosas no hay absolutamente nada que esté a la altura de lo que terminó representando. Es conmocionante, es aterrador, moviliza, pero siempre desde la figura, desde la proyección de una lucha. Amor se fue.






Over.

martes, 30 de noviembre de 2010

Palabritas

Sí porque tampoco te gustan mucho los restoranes, la gente que se porta bien, que los mozos sean mozos, que todo sea tan estricto, que todos hablen al mismo tiempo en una sopa de voces que te llega y te molesta. Entonces cerramos un mundo, domamos la serpiente del lenguaje, la única trinchera que nos permite esta guerra.

Porque no quiero vivir en estado de alarma, desarmando tu discurso, llenándolo de comas y letras cambiadas. Me decís que es como cambiar de piel, como vivir otra vez en el extranjero, pero yo no estuve en Queens en primavera anudando tu rencor ni vos leíste el sol desde la montaña vigía. Qué hilo nos limita el cuerpo a la hora del adiós, te pregunto, sofisticado. Ninguno, despacio, esperame un poco y bajá la voz. Es lo último que escucho, y así está bien.

Over.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Pozo negro

Este tiempo que es roca
Este peso de tu cuerpo
Este rigor de morirte.

Yo sé rodar la cima
Viene hacia mí y tus ojos
El sexo extranjero, fuimos luz

Nací para alejarme,
Mientras expando entre mis dedos
Tu suerte de amor ceniza, difusa

Nada hacia mí y ya te has ido
Qué hago con estos años limpios
Gastados y reales.

La noche ama su curso. Lento.


Over.

Abre

Como un Moby Dick existencial, te presentas ante mí y me tragas. No muero. Dios no existe. Entonces mi grito es hacia ti, por ti, déjame escapar de esta no-vida, de este lugar a medio camino de tu deseo y el mío. No era allí donde nos encontraríamos, es un poco en cada zona, no hay pacto, no hay concesión, a esta hora. Abre esa boca, quieres, y yo te prometo nunca más adiestrar amaneceres.


Over.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Palabritas


Hubieras preferido algo más limpio. Una cordial prolijidad que al final te hubiese ahogado de todos modos. Pensás: es ley que el deseo sólo baila sobre la ausencia, no gira ni en la felicidad ni en el sosiego. No hay querencia por antecedentes ni olvido por la razón. Eso también lo aprendiste hace tiempo, y sin embargo algo sobrevuela tu esperanza, un tibio anhelo de error. No. No hay error. Es tu cuerpo sobre otros cuerpos. Tu vida.


Over

Ladies and Gentlemen, Melody Gardot

Susan está horneando su tarta de arándanos, nerviosa porque es la primera vez que decide copiar una receta de su madre, para esperar a Raymond, el hombre que tanto esperó. La hipoteca volvió a subir y las horas extras ya no alcanzan, pero Susan sabe que si la tarta de arándanos le sale bien, ya no habrá obstáculos para comenzar su american way of life como Dios manda. Se agacha frente al horno y antes de que sus ojos puedan analizar la tarta, siente un ruido estremecedor, un grito que se corta y esa música a destiempo que orquestan los fierros y las ruedas al destruirse contra algo más fuerte que ellos.

Melody. Mucho después supo su nombre. Melody Gardot. Ahora es “ella”. Ella está retorcida bajo las ruedas de la camioneta, dormida de dolor y sangrando por la parte derecha de su cabeza.

Cuando llegan los bomberos, Susan oye el comentario de un vecino: “Es una niña, debe tener unos dieciséis años a lo sumo. Hoy en día los niños no deberían andar en bicicleta, los coches van muy rápido, y todo el mundo va drogado.” La niña aún tenía pulso. Nadie apostaba a que ese cuerpo pudiese llegar con vida al hospital.

Pero vive. Porque estamos en el puto siglo XXI, y los hospitales tienen de todo, y los médicos con las máquinas forman un grupo demoledor. Pero la doctora Scott lo sabe bien. “Si vive es porque tiene demasiada suerte.”

Pero vive, se llama Melody Gardot y canta como una música que susurra primaveras y calma cualquier tarde de nervios. Y lo mejor de todo, es que uno le termina creyendo.
Nos dice Melody: “I need a man who got no baggage to claim”. Claro, el equipaje que pesa, ¿el cuerpo? Nos hace temblar al cantar: "To think that I could have fallen / A centimeter to the left / Would not be here to see the sunset”. Y con la simpleza pícara de quien se sabe sobreviviente, asegura: “One day you will arise / To see the stars within my eyes / One day you will be mine”

Melody Gardot tiene sospechosos veintitrés años. Dicen que va por el lado de Norah Jones. Puede ser, pero amigos, en un camino muy pero muy ancho, y mucho más cerca del la luz de amanecer. Dicen que usa lentes oscuros porque es hipersensible a ala luz, y que un ruido fuera de lugar la aterroriza, y que le cuesta caminar, y que todo le resulta muy difícil. Y que le duele todo, todo el tiempo.
Dije, Melody Gardot tiene sospechosos veinticinco años. Y vive.






Over

Ruta 40

Ruta Nacional 40. Sospechosamente uniendo soledades y extremos. Casi 5000 kilómetros. No debería estar permitido que los lazos fueran tan extensos. Quizás no lo son.
Cuentan que quien la recorre, anula amaneceres. ¿No se entiende? Bueno, como quien no entiende que estarse quieto y no moverse son dos cosas bien diferentes.
Ah, y cuentan también, que sólo una vez cada diez años, durante unos íntimos segundos, nadie hay en en la ruta 40. Nadie en absoluto.





Over.


jueves, 25 de noviembre de 2010

Nietzche al rincón!

Cuando ni yo ni mis padres ni mis abuelos habían nacido, Friedrich Nietzche todavía no estaba loco del todo y ya había escrito "Más Allá del Bien y el Mal". Aún cuando hablen de un corpus o un concepto que anuda el texto, yo, en mi selección interna, lo considero un libro de misceláneas. Sí, ok, lo que pasa que para mí, "miscelánea" no es lo que casi todos piensan. No importa. En la sección segunda, Espíritu Libre, Nº 41, Federico sentencia:

"Tenemos que darnos a nosotros mismos nuestras pruebas de que estamos destinados a la independencia y al mando; y hacer esto a tiempo. No debemos eludir nuestras pruebas, a pesar de que ellas sean el juego más peligroso que quepa jugar y sean, en últimas instancias, sólo pruebas que exhibimos ante nosotros mismos como testigos, y ante ningún otro juez. No quedar adherido a ninguna persona: aunque sea la más amada,- toda persona es una cárcel, y también un rincón"

Albricias! ¡Qué declaración de misoginia y profundo amor al mismo tiempo! ¡Qué belleza adolescente contienen las últimas palabras! ¡Qué aventura irrealizable! Primero, hay que recordar que Nietzsche no tuvo hijos, y que su vida amorosa dista mucho de ser envidiable. Pero entoncés cómo pudo escribir esta apología de la soledad con fondo de amor no correspondido. No lo sé. Sé, sí, que Federico estuvo mudo hasta lo cinco años y volvió a callar diez años antes de morir, ya presa del velo de la locura.

Sé eso, y también que todo esto me hizo recordar a la preciosa canción Universo, del disco Sal, de la banda Entre Ríos. Attenti, dice la canción: "Hoy / el universo es lo que ves / tu cuerpo ya no es mi rincón". Y claro, uní esta letra de Sebastián Carreras con las palabras del gran Federico y voilâ! Secretamente, el mundo giró más de cien años para que una palabra encuentre su eslabón en una canción para seguir sintiendo.

Lo de la cárcel es claro. Lo del rincón, cada uno para su molino. Podría ser el lugar de refugio, el de aislamiento, el de castigo. Podríamos forzar una antítesis, pero de algún modo, si fuera muy clara, perdería la energía, y llegaríamos a Sabina y su "tu mal y tu bien(...) tu manta y tu frío" y él mismo lo admite: se pone cursi.

¡Cuántas cárceles y cuántos rincones acarician nuestra condición y juramos y prometemos cerrar los ojos, olvidar, no estar enterados de nada! ¡Cuánto tiempo sentimos el dudoso placer de informarnos sobre agujeros negros, planetas y andrómedas o nos empalagamos de nanotecnología! ¿Tejemos o destejemos la madeja?

Y eso que está por comenzar el verano en esta parte del mundo. Que si fuera invierno...



Over.

El agua café



Alguien se cayó por la escalera pero no fue nada, y vos querías probar el ron. Yo escuché pero no vi. Estaba acá, apoyado sobre la mesada mirando la máquina de café. Es muy simple, por arriba la cargás con agua, se calienta y al hervir sale hacia otro compartimiento donde esta el café. Al mojarlo, se va escurriendo hacia abajo donde hay como una bolita de plástico que se levanta gracias al recipiente de vidrio donde cae el líquido. Si lo sacás, la bolita cae y se traba el sistema. Si la ponés de vuelta, se reanuda la caída.


El recipiente se llena del líquido que también se llama café, como el molido que se pone sobre el filtro. Debería ser café molido, por un lado, y café líquido, por el otro. Pero no es así.


La gota que cae, por ejemplo, es una gota de café, o agua teñida, o algo así, y la gravedad la obliga a caer dentro del recipiente- La gravedad que es una Ley que Newton describió hace como trescientos años, y resulta que después esa ley tan machota, no funciona a nivel cuántico, y de ahí que está la teoría de las cuerdas, una especie de hilo que une todo. No hay hilos que unan todo. Todo se rompe como nos rompemos nosotros. Como vos me contaste de ese viaje que te partió la vida, y ahora este aire ya respirado miles de veces. El olor a café. El baterista de Crowded House que salió a pasear a los perros y al otro día apareció colgado. Dicen que tenía muy buen humor. Suele pasar.

No viene nadie. Yo sigo alucinado con el líquido que se concentra en un pequeño sector y al rebalsar cae sobre el recipiente, bien negro al principio y después va perdiendo un poco de color. Son como capas. Agua sobre agua, negro final. La máquina sigue su rutina.

Ahí venís, me mirás lejos, ya sabés, y te miro y te digo que estoy viendo el café caer, es todo un sistema, el agua se calienta, sube hervida, impregna el café molido, sube la bolita, cae el líquido. Es todo un mecanismo. Como el libro de La Mettrie que estoy leyendo y lo más impresionante es que poco después de Newton, un tipo pensara así, ni hoy, te diría, todavía hay gente que vive en la oscuridad total de la ignorancia.

Antes de morir, me dijiste que en algún momento hay que mandar todo al carajo, que hay que plantarse, que si no te decidís en el momento justo, después es rutina, vivís a destiempo, como un engranaje con pocos dientes, sigue, pero nunca más es el mismo. Se acabó el agua.



Over.


sábado, 20 de noviembre de 2010

Despacio.




Debo no olvidarme de escribir sobre Spinetta alguna vez. Debo hacerlo arder en mi mente para que moleste a la madrugada. Cómo no voy a escribir sobre un tipo que canta: “Sigo mirando hacia ti”, donde todos cantan “Sigo mirándote”. La preposición, en este caso, es mágica.
O cuando dice: “Hoy me vuelo / de tantas caras / ¿No ves algo en el puente que se va? / Hola dulce viento / Veo claramente en ti / Eres como mi amiga que se va.
O que una canción se llame “Credulidad”, y todo entre a tempo y además sea hermosa.
Bah, no se puede dejar de escribir sobre un tipo que avisa: “además vos sos el sol / despacio también podés ser la luna”. ¿Se puede medir la belleza de decir que despacio también podés ser la luna?

Entre otras cosas – muchas otras cosas -, lo bueno de vivir en la periferia de lo que se da en llamar “mundo”, es que uno conoce a Spinetta y a Dylan. Cuando se vive en el centro, Spinetta no se conoce. Y así les va. En “mundo”, les aseguro que pocos conocen la dulzura de esta canción de Chico Buarque, que no es Spinetta, pero a mí, en este momento, me llega todo junto.

Valsa Brasileira

Vivia a te buscar
Porque pensando em ti
Corria contra o tempo

Eu descartava os dias

Em que não te vi
Como de um filme

A ação que não valeu

Rodava as horas pra trás

Roubava um pouquinho

E ajeitava o meu caminho

Pra encostar no teu

Subia na montanha

Não como anda um corpo
Mas um sentimento
Eu surpreendia o sol

Antes do sol raiar
Saltava as noites

Sem me refazer

E pela porta de trás
Da casa vazia

Eu ingressaria

E te veria

Confusa por me ver

Chegando assim
Mil dias antes de te conhecer

Impresionante este símbolo: “Descartar los días que no te vi como se descartan las escenas que no van en una peli”. Y ni hablar del final que no rebaja el deseo y por el contrario, lo acerca a una imagen poética de máxima altura: “Y por la puerta de atrás, de la casa vacía, yo entraría y te vería, confundida por verme, llegando así, mil días antes de conocerte.”



Over.

Pozo negro


De este lado del oído
la palabra no canta nada
Es miseria y tu incoherencia
al son de la mañana.

Every step of the way
Mind the step
Mind the stairs
Night and its silver horizon
lying over the pale T.V.set
Lullabies sung lest we see the truth
On this side of the skull,
skin is colourless, like your words,
words that sing nothing.


Over.


viernes, 19 de noviembre de 2010

Pozo negro



Indultado por el alcohol,
me atrevo a ensuciarte
con avara elegancia y
los ojos ajenos entre nosotros.
Creo que algo forman tus palabras:
una idea o un insulto.
Quizás una explicación.
No es que no te oiga, no,
es que a esta hora, con tanta lluvia,
la noche ya no negocia símbolos


Over.

Palabritas

Ni la edad ni los planes, más bien te diría que todo estaba conectado a tu poderoso arsenal contrasistema, y si me seguís preguntando, te sigo respondiendo que si te hubieras pegado ese tiro, esas quinientas mil pastillas, esas cartas, te seguiría creyendo, ciego a al sentido de las cosas. Quién te dice que no hubiésemos terminado siendo dos escarapelas que la costumbre nos clava al pecho los días patrios.
Entonces giro la pregunta, le saco compromiso, y ni te comento que al final sí me compré el libro de Deleuze, y vos también me creerías, porque la vida te abrió un agujero inmenso que no te merecías, pero las cosas no se merecen, ya ves cada uno que anda vivo por ahí, y no me olvido ni de una coma, era silencio tras silencio tras silencio y había tiempo para la esperanza de algo mejor, de algo que te saque de ese barro en el que cada vez te hundías más.


Over.



Over.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Al margen.

Ella me dijo: “Yo nazco tu sombra”, traducilo, nene. Le guiñé un ojo, me hice el galán, “Soy un émulo de Clark Gable”, le dije. “¿Un óvulo?”, me preguntó. Qué fracesita: “Un óvulo de Clark Gable”. Buen viaje.


Over.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Algo que reverbera bien, te escucho.







Vuelvo al inspirador ensayo de Ivonne Bordelois, Etimología de las Pasiones. Vuelvo a la página 94 de la única edición. Lo busqué y lo encontré, con lentitud y sosiego, rearmando el placer de leerla.

En esa página encontramos la cita de la famosa antítesis entre los postulados lingüísticos de Saussure y el poético Walter Benjamín. El adjetivo no es menor, porque otro no le puede adjudicar a quien dijo que: “toda palabra y toda la lengua es onomatopéyica”. Y desde la apacible Ginebra, Saussure asegura que: “no existe ligazón natural que una el signicado con el significante”, basándose, entendiblemente, en las diferentes palabras que existen para nombrar el mismo objeto en los diversos idiomas: ventana, fenêtre, window, por ejemplo.

Lo siento por los defensores de la arbitrariedad del signo, pero Benjamín primero, y Bordelois, después, son mucho más persuasivos y casi desbaratan la tan mentada independencia del signo.
Bordelois aborda el tema desde la fonética y la posición de los labios al pronunciar ciertas palabras: M, con los labios hacia fuera, y el consiguiente mamá, mamar, amor. La conjunción de la "ps" en psycho o psique, los cuales significan en griego soplar, respirar, aliento, soplo de vida, alma, deseo.

Bordelois es impecable, pero como suele suceder, cuando uno defiende una teoría, si quiere encontrar ejemplos, los encuentra. Y por esto, la escritora hace referencia la a racionalización del signo a la hora de quizás aceptar que Saussure no estaba “tan” equivocado en su postulado.

Aquí entra mi juego y mi responsabilidad. Yo creo que la raíz de la palabra tiene un correlato psicológico de aceptación y placer, el cual fluye de un modo profundamente críptico. Las sensaciones que producen las palabras en nuestra boca a través de sus sonidos deben de tener un asiento fundamentado en nuestro cerebro.

Bordelois ensaya una teoría fonética asombrosa, y no se equivoca. Diría más bien que no alcanza a toda la lengua. Y es ahí donde siento que toda elección unidad lingüística tiene un cimiento para nada arbitrario. Si en español decimos caballo y en inglés decimos horse, no hay una comprobación de la libre elección. Simplemente se trata de dos fonemas equivalentes que por constitución del idioma, provocan el mismo sentimiento de placer, de satisfecha elección entre tantas posibilidades.

Las palabras llegan a su uso no por prepotencia de repetición sino por su óptima cualidad fonética. ¿Cómo se llega a ese lugar? Nadie lo tiene del todo claro. Hay teorías que explican ese recorrido, pero no alcanzan para aplicarse a todas las palabras. Quizás algún día se pueda rastrear con más facilidad, aunque adivino que tal posibilidad es tan incierta como la respuesta a la mayoría de las cuestiones existenciales que nos azotan todo el tiempo.

¿Qué conjuro, qué magia decretará en mi cuerpo, el sonido de tu nombre en mis labios, en el río de mi mente, en el sueño que no te nombra pero te ve? ¿Te busqué por tu nombre o tu nombre se alinea entre mi deso y mi destino? ¿Qué pasa con mi nombre en tí? ¿Qué demonios, fantasmas, talismanes o bendiciones se despiertan? ¿Algo se despierta o duerme para siempre?

Over.


Pozo negro



Volver para estar seguro

Volver porque veinte años no es humo

Ni el diluvio fue en vano
Ni tu sonrisa de ingenuo poder
Ni la fe de invencibles pecadores

Volver para ratificar, con prejuicio,
Que el encierro tenía ideología
Que no éramos tontos buenos,
Que no cabalgamos mugre de inocentes

La quemazón de los años, dulcemente,
Nos ardió la esperanza, pero aquí estamos,
vigilando idioteces, mirando el mar
El mar de cabezas aún vírgenes

(Nosotros también éramos vírgenes)

Volver, porque veinte años
también es guita y favores
Es el cielo que tu inmundo rencor cerró

Volver para estar a mano con el mito
con la ficción del amor,
con la liturgia del para siempre

Volver para anular, para admitir,
Para saber que no pertenecimos
Nunca a nadie, ni yo a ti
Ni tú a mí, ni ellos a nadie.

Volver para clausurar la escena
El guiño del tiempo que nos acusa
Ese tiempo lleno de inviernos
Madrugadas y flores en la pared.


Over.


Va bien, se cierra, se cerró.

Bajé la ventanilla para que el aire frío me devolviera el alma. Detrás de la nuca escuchaba a Beck, seguro, porque la canción me la sé de memoria, otros tiempos donde se me pegoteaban las noches y a cualquier hora se acababa el mundo.

Eran la radio, Beck y el aire frío. Y de repente escucho una voz de mujer que repetía direcciones, una esquina, otra esquina, y supe que estaba en Buenos Aires, que era de noche, y que vos estabas al lado mío, despacito, sin la urgencia de mi fatalidad.

¿Te gira el mundo, bonito?, y te miro y algo se cierra, como una bolsa de basura que se tira con fuerza, algo menos que ocupó lugar. Algo pesado.

Me inclino como un nene sobre tu vientre, ahora tengo frío, y desde acá puedo ver al taxista que maltrata los cambios. Algo te dice. Yo pienso: ¿cómo podemos estar él, vos y yo en el mismo mundo a la misma hora? Quiero que me escuches, y lo hacés y me decís que ya pasa. Es por eso que está bien, porque es lento y te creo: ya pasa. Qué bueno este aire frío, y que no me cierres la ventanilla.




Over.

Sylvie dice adieu



A ver, Francois en realidad se llama Abel, pero el día que lo conocí en el bar del gótico, le dije que si era francés, para mí podía ser Pierre, Francois o Dimitri. Se rió y me dijo: “Entonces tú me llamarás Francois” Abel (en adelante Francois) era el hermano de una amiga de la chica con la que salí aquel viernes. Ni yo quería salir con esa chica ni ella querías salir conmigo, y creo que la mejor idea que tuvo fue la de agregar gente a una salida que se iba a espesar con el correr de las horas.

El punto es que Francois me dijo: “Argentino, Marelle”, y yo le digo: “Francés, Foucault”. Lo dije porque me pareció que sonaba bien, y porque ignoraba la literatura francesa de los últimos veinte años. Entonces me dice: “Argentino, La maga”, y yo lo miro y le digo: “Francés, Marcel Marceau”. Claro, se rió.

Uf, pasó mucho tiempo, el encuentro fortuito en el Ateneu, y cuando llegó Amit con la cámara de video, empezamos con las encuestas para la televisión israelí, en las que invariablemente las encuestadas eran sólo mujeres menores de 25, y tantas cosas que se me amontonan en los dedos y que siempre digo (siempre me digo) alguna vez tengo que escribirlas. Alguna vez tengo que escribirlas. Pero otro día. Otro día, sí.

Francois me escribe que anda mal porque se separó de Sylvie, que ella se volvió a Londres y que no hay vuelta porque no se pelearon ni discutieron. “Amigo, si no discutes, no hay regreso”. Bueno, un poco tiene razón, claro.

La cosa es que me mandó la carta que Sylvie le escribió para despedirse. Hay muchas formas, desde ya, pero no se me habría ocurrido esta manera de decir adiós. La posteo porque lo conozco a Francois, y él tiene una fe ciega en mí, por la cual cree que tengo la habilidad de llevar la realidad a la ficción y así dominarla. “Tú lo cuentas, y ya es de otro, le sucede a otro”. No entiende que no es así, pero insiste. Insiste. Ahí va.

Ab:

Dejé los libros de Zolá porque no los voy a leer, ya lo decidí, y porque me llevo la máscara inca, eso ya me alcanza. No sé si te dije que tengo la sensación de que ayer no hablamos nada, o que no estuve bien. Siempre pienso que no estuve bien, ya lo sabes. En cuanto a lo que me preguntaste, te contesto. Hace rato que sueño con una casa en Lake District, de techo de paja y mucho frío. Sueño con una habitación grande con un sillón colorado, una mesa de esas antiguas donde las abuelas solían tejer, un hogar mediano y el ruido de los leños quebrándose. Sueño con té, mucho té. Y cinco libros y muchos discos y un cuaderno. Sueño caminar por el bosque y fumar uno, dos cigarrillos, y volver a casa y acostarme en la cama donde hay una frazada que me espera. Sueño con una tele donde pueda ver películas de noche o de día. Sueño con un teléfono que nadie tenga. Con eso sueño, amor, con todo eso desde hace muchas, muchas noches. Te quiere, Syl.


PD: El inglés moroso y “adecuado” de Sylvie hace que la carta pese más. Ni una sola contracción, ni una sola palabra fuera de lugar, todo fríamente descriptivo. Preciso, prolijo y final. Que te digan que no te incluyen en un sueño, es un golpe. Fuerza Francois, ya lo ficcioné. Y a ti que te gusta, te pregunto: ¿“fe ciega” no es un pleonasmo?

Votre ami, Hernán.



Over.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Palabritas


Últimamente siempre es tarde, todo cerró hace una hora, ya no te escucho. Pero mi piel estaba ahí, delante de la cara, ya no quedaba nadie, y me llega una lección de deportes, que hay que moverse, que la presión, la diabetes (¿dijo “diabetis”?) y que de repente estaba corriendo por el parque y sintió el tirón en el muslo, en el mismo lugar que antes, uno ya sabe, lo sabés de memoria, hasta el mínimo dolor conocés, y tal cual, dos semanas de reposo, kinesiólogo, cremas.

Yo no corro alrededor de los parques. Todavía no fui a un kinesiólogo. Pero eso de “en el mismo lugar que antes, uno ya sabe, lo sabés de memoria, hasta el mínimo dolor conocés”, lo entendí perfecto.

Al final nos fuimos y te conté esto y me dijiste que así no iba a mejorar nunca, que me atara más a lo real. Creo que tenés razón, pero no puedo evitarlo. Uno o dos días, después es lo mismo.


Over.



Pozo negro

Mientras sepa que sigues limpiando
todos esos dioses de plástico
en la mesita de luz
llena de pastillas y números,
entonces ya no tendré dudas
de que aún llevas su otoño
en los huesos.


Over.

El otro Ludwig



Claro, la dificultad no reside en la extensión sino en la brevedad de las sentencias, y así Wittgenstein, en vez de llenar hojas y hojas con razonamientos, sólo publica el resultado final de sus juicios. Y está bien, porque nos obliga a odiarlo, a hundirnos en la incomprensión para que una vez ahí luchemos para analizar sus ideas y apoyarlas, aplaudirlas o refutarlas.

Ya Bertrand Russell nos avisa en prólogo a la edición inglesa, que la idea del Tractatus es la de analizar las condiciones para un lenguaje perfecto, pero sabiendo de antemano que eso es imposible, y que en realidad la intención es lograr el más pleno acercamiento a tal perfección.

Cuando Russell nos comunica que el hecho de que yo diga que el sol va a salir mañana es simplemente una aseveración basada en que el sol salió ayer y anteayer y que lo “mas probable” es que salga mañana, no hace más que citar las líneas 6.36311 y 6.37 del Tractatus, las cuales rezan respectivamente: “Que el sol vaya a salir mañana es una hipótesis; y esto quiere decir: no sabremos si saldrá.” “No hay una necesidad por la que algo tenga que ocurrir porque otra cosa haya ocurrido. Sólo hay una necesidad lógica.”
Por tanto, el lector cuya memoria es indomable, compartirá conmigo esta alteración a la sentencia borgeana: “La lógica es una abuso de la estadística” Y la navaja de Occam es el ejemplo más caro a esta declaración.

Por caso, Guillermo Martínez ya nos hablaba de la refutable serie lógica. Si anoto los números 1,2,3 y 5 y pregunto cual falta para completar la serie, es casi unánime la elección por el número 4. Eso sería en el caso de que la serie quiera representar la sucesión de números naturales enteros. Pero esa elección no responde a ninguna lógica arquetípica, si es que de algún modo existe tal forma.

Volvemos a al Tractatus. Cuando leemos en la línea 4.11 que “Una obra filosófica consta esencialmente de aclaraciones”, creo que entendemos la declaración de principios con la que Wittgenstein encara su obra.
Por otra parte, el autor nos habla de la necesidad de tener un solo nombre para cada elemento, y de allí se desprende la línea 4.0412: “Las proposiciones “p” y “~p” tienen sentido opuesto, pero les corresponde una y la misma realidad.”

En esto último advierto una fisura, si se quiere, pero la voy a utilizar para aplicarla a la férrea matemática que simula ser un Titanic de las ciencias. Es que, ¿cómo podemos refutar la proposición: “6-3=3”? Pues bien, el nudo está en el símbolo, ya que todo número es representación, y el “6” como signo autártico e independiente es simplemente un error de concepto. Aquí entra la filosofía o la literatura, quién sabe, pero infantilicemos el razonamiento y propongamos que si tengo 6 manzanas y alguien me quita 3, entonces me quedan 3 manzanas. EL fondo no está en la cantidad sino en la esencia. ¿puedo hablar de 6 manzanas exactamente iguales en su esencia? ¿Podría ser que al quitar tres manzanas no pueda real y precisamente afirmar que me quedo con 3? Wittgenstein lo soluciona, a través del lenguaje, con el nombre “manzana”. Pero si salimos del lenguaje, ¿podemos hacer lo mismo?

Sí, ya lo sé, la pregunta no la omití a propósito, simplemente la dilaté: ¿Podemos salir del lenguaje?



Over.


miércoles, 10 de noviembre de 2010

Pronto

Mientras tu infancia intenta traducirte en el espejo, desnudo el tiempo te abandona en esta enhiesta corrupción. Todo deseo que decrece, pertinaz, elige el olvido, y allá voy, para recordártelo. Te admiro desde la cama, a metros apenas del cristal que te refleja, y sueño lo que veo, pronto mío, y yo, ya separado de la razón, sé que flotaremos. Otra vez flotaremos.

De la lista de súper amigos, encerrada en su noche pagana, te nombro y te declaro inconsistente, tanto o más que yo. Es irregular nuestro amor, por eso es real, y por eso es insoportable. Te veo.


Over.

martes, 9 de noviembre de 2010

Juegan a que sí y no.

En el “caso” del amo hegeliano, reducido a su ocio y densa pasividad, se ha tendido a violentar el significado del símbolo. La conciencia cuya esencia es el deseo, no tiene por qué reducirse al resultado del esclavo-humano, por un lado, y el amo-resabio ocioso, por el otro. Si bien no es improbable que el esclavo vea al amo como la subversión de sí mismo, es decir: transita su esclavitud pero anhelando ser el amo para castigar su propia condición encarnada en el siguiente sujeto, la sumisión psicológica que encarna el amo, provoca que el esclavo casi nunca quiera huir de su condición.

Del mismo modo, se da una exacerbación de la tristeza del amo y la vitalidad del esclavo, lo que en nuestros tiempos se acerca tanto a la anhedonia. Si nos permitimos libremente hilar al amo, al burgués, al señor feudal, al rey, al emperador, podemos a su vez, del otro lado del carretel, enhebrar al súbdito, al esclavo, al proletario, y así ver cómo rueda el caleidoscopio filosófico, buscando variantes a la misma raíz.

Otorgado el permiso, y estirando la cuerda, llegamos al dúo amante – amado, arriesgadamente sustituibles por los ejemplos que preceden. La condición social no pocas veces replica a la individual, y en la masa no se destiñe totalmente el concepto de sujeto. Las emociones, tan graficadas en el corazón o el “pecho”, no son más que respuestas a las coyunturas endógenas o exógenas que se precipitan en el devenir de la vida. El verdadero deseo es la ilusión de completar lo infinito.

Como en toda relación, en la de amante-amado, se constituyen pactos, territorios, formas de comunicación y prohibiciones. Que todo lo anterior fluya sin constituirlo formalmente, no implica que no termine por establecerse del mismo modo que las relaciones menos comprometidas. Se hacen transparentes las estructuras de poder, sumisión, entrega, omisión, negación, aceptación y rebeldía. De algún modo, se constituye el mismo pacto, en el que cada uno de los integrantes de la relación, pone a juicio el famoso balance de riesgo-beneficio.

De algún modo, pareciera darse un tiempo de vacío racional (no existe tal cosa, en realidad el pensamiento analítico es opacado por la emoción del placer) Digo, en ese vacío racional se ponen en juego las más poderosas sensaciones de bienestar, uno de los mejores efectos a los que podemos aspirar como seres humanos: el amor.

Ya instalado dicho efecto, las conductas se someten a su cuidado, y en la imaginaria soga que dosifica libertad, se conjugan fuerzas medidas con escrupulosa minuciosidad. La experiencia indica que tras superarse el juego de cortejo, los nervios del poder empiezan a tomar su lugar. Será, pues, la estructura individual y las variables que se impongan al vínculo, las responsables del destino de la relación. No hay justicia ni solidaridad en el amor, sólo la potencia del placer y el miedo, equilibrándose a todo momento.

El acatamiento, la entrega, la sumisión y el silencio, todos son ingredientes del pacto que no pocas veces encuentra su forma especular en el tándem amo-esclavo. Pacto que no se evoca ni se revé cuando se solidifica la convivencia y se cree que ya se ha superado “ese punto”.

Atomizados por variables que exceden por mucho al amor, cada uno de los integrantes de la relación, sufren las limitaciones de su elección. Cuando quieren salirse, comprueban que han involucrado hasta tal punto su unidad como persona, que no encuentran lugar que los pudiera llegar a cobijar fuera de allí. Y siguen, del mismo modo que se atropella el devenir de los días.
Siguen, anulando pretensiones, lentos y sin sobresaltos, observando cómo languidecen las ambiciones que alguna vez los definieron.


Over.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Palabritas

Yo quería forzar el discurso, tapar palabras, no escuchar esa otra parte. Es que todo iba de Hegel a Deepak Chopra, sin escalas. Cuando subía y amenazaba a planear sobre terreno aceptado, pum, otra caída, el manual de casos prácticos: una buena noche, porque la noche era promesa cumplida, de cervezas y nostalgia de tabaco.

Sí, está bien, pero el deseo se quema veloz, se extingue con la claridad de su muerte. Todo será insensato y puro placer, para quedarse ahí, detenido como prueba de que los años dan garantía. Maldita garantía de haber aprendido.



Over.

domingo, 31 de octubre de 2010

Pozo negro

Porque vivo a vencimientos, por eso te reclamo
Porque ya no te escribo las calles ni las manos de la tarde
Ni te doy el mundo ni tu sangre en mi sangre a cualquier precio

Porque hunden mi ojos tus ojos lejos para otro cielo,
Porque domé tu infierno, no el mío.

Por mis manos que resbalan un tiempo ajeno,
Por las voces que se suben a la tuya.
Por la miseria de no haberte perdido, en toda dirección
En todo tiempo, todo el tiempo.

Over.

Nuestra estrella se agotó





Over.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Malo como un padre.




Soñé que lloraba. Me pregunto si en el recuerdo, ese acto será válido como si fuera real, si debo distinguirlo, si debo decir que “soñé que”, si quizás, quién dice, es más hondo aún, escondido en una pesadilla, reverso cruel de lo reprimido.

Y desperté, (y otra vez la especulación) y leo en letras negras que murió Néstor Kirchner, así, se le terminó la peli como a veinte escenas antes del final, y los actores quedan atónitos, y alguno ve una luz de miseria vacía, y empieza a correr. Ni el velo de las lagañas, de la confusión que me trajo de vuelta, pudo romper el conjuro. Está muerto.



Se murió con él tanto que pienso. Se murió el discurso a borbotones que también me hierve. Crítico de sus actos, fallido en tantas acciones, autor de enormes errores. Sí, como un gran padre que se va. Como cuando se te muere tu padre.

Tengo bronca. No. Subo: furia enceguecida. Siempre, en estos casos, se me viene la imagen de tanto asesino que respira y habla. La justicia es otra estadística, fría y errática.

No creo en casi nada. Quizás un poco en vos, y en vos, y en alguna que otra cosa. Por ejemplo, en esta mierda que siento, en el asco por la sonrisa de algún déspota, en la dspiadada alegría de quien se salva de su verdugo. De este verdugo. Cerdos.

Hoy, como poquísimas otras veces en mi vida, siento que algo se me rompió en el alma, de manera incesante, hasta que me apague del todo.






Over. (ojalá que no!)

jueves, 21 de octubre de 2010

Tilde al horno!

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Como a Renzi en Blanco Nocturno, me suele ocurrir que escucho a la gente hablar y me detengo en una palabra, pienso por qué la dijo, la busco en contexto de otra cosa, la traduzco, y fácilmente pierdo el hilo del discurso. Una digresión interna que no domino. Pienso en las tildes, en las palabras que llevan h, o que ya no llevan, sin son graves o esdrújulas, si tienen más de cinco sílabas. Cosas así.

El otro día pude ver el cartel publicitario del nuevo libro de Narda Lepes (cocinera de belleza única), “Qué Cómo Dónde”. Al principio, las tres palabritas me llevaron al gran cuento de Cortázar. No me causó gracia. Lo olvidé.

Enseguida pensé en las palabras y las tildes. Esos tres pronombres interrogativos, directos o indirectos, llevan tilde, siempre y cuando, claro está, cumplan dicha función. Por caso, la palabra “como”, en este contexto y sin tilde, no es más que la conjugación de la primera persona singular del verbo comer en presente. Es decir, hay un acento cuasi diacrítico en el juego de palabras.

Y sí, como es un libro de gastronomía, el guiño está en la doble interpretación de la frase: “Qué puedo comer y en dónde”, o bien la seguidilla interrogativa que busca existencia, modo y lugar.

Igual, en mi pasajera opinión, el juego no salió bien. Yo hubiera dejado “como” así, sin tilde, para que la gracia naciese en la música mental, en la pura oralidad, ganadora y liviana de marcas y grafías. Punto.


Over.

martes, 19 de octubre de 2010

Palabritas

Quién era yo antes de verte, canta el cantor que tiembla la voz. Quién seré después, suspendido e insistente, amarrado a lo que traigo y derrochado por el filo de tu cuerpo. O quién subirá conmigo a los ventanales del abismo, delante o detrás de ti, o me empujas o me sigues, sol de nit.

Hoy el tiempo parece ser este hilo que no se ve, tenso y sin fin.


Over.

lunes, 18 de octubre de 2010

Casas y Forn andan.



La cadena. Como la peli esa del dólar que pasa de mano en mano y es forzosamente reconstruida. Rearmar la cadena. En este caso fue un poco así:




En el año 2002, leo “Buenos Aires - Una Antología de Narrativa Argentina”. Una compilación que no incluye a los números puestos, léase Cortázar, Borges, Denevi o Mujica Lainez. Por el contrario, se agrupan Laiseca, Fogwill, Fresán y Blaisten, entre otros. Me pregunto si esta antología funciona mejor para extranjeros, más que nada por la ausencia de “famosos”, y enseguida me doy cuenta de que la misma fama corre en nuestra vernácula patria. Cosas del mercado, o vaya a saber uno qué.

Lo cierto es que el anteúltimo cuento es Nadar de Noche, del mismísimo Forn, quien se dio el gusto de incluirse. El relato es hermoso, cubierto de una melancólica y falsa ciencia ficción. De todos los autores, era justamente a Forn a quien desconocía, y me fui directo a algún libro suyo. Así encontré el volumen de cuentos Nadar de Noche, el cual, según dicen, tuvo singular éxito allá por 1991, año de su publicación.





Rápido y sin miedo a equivocarme. Forn es a la década de los ochenta, lo que Fabián Casas es a este comienzo de siglo. Ese libro de cuentos es la historia de seres que deambulan por el mundo y que van a terminar mal, porque es así, porque a todos los que perdimos el rumbo, nos condena la edad, no el sistema. Pero ese “terminar mal”, tiene un sentido estricto, una sentencia en el aquí y ahora con relación a lo que queda en pie para alguien que no sigue al rebaño. Es decir, es una angustia no peyorativa, de batalla, de quien insiste en su postura y hace de su tosudez una forma de la felicidad. Peor (mucho peor) es continuar subido al tren que sigue dando vueltas por la misma vía, desde el comienzo de los tiempos, con las mismas falsas terminales.

Un cuento tras otro, todos unidos por el mismo laconismo, el mismo derroche infinito de horas inútiles y sagradas, de tabaco y sexo, de soledad que nace: la década del 80. Aquel decenio permeable a la libertad recién recobrada, al impulso de una madrugada que amagaba a terminar.

Poco más, las novelas Frivolidad y Puras mentiras, que navegan en un arrabal de su cuentística, algo que también le sucede al gran Millás.

Así fue, así lo recuerdo, como también se me hizo claro eso de “Nadar de Noche” con el obvio “Andar de Noche”, y que después se espejó semánticamente en la peli de Acuña, “Nadar solo”.


Andar.


Over.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Clarito.

"En la celda, en lo sólido, también
se acurrucan los rincones."

(Trilce, LVIII)


Estas líneas y lo del "minuto horizontal", justifican TODA la obra de Vallejos. Punto.


Over.

lunes, 27 de septiembre de 2010

IM-PER-DI-BLE

El pasado 23/09, en el diario Clarín de Argentina, en la sección remates y legales, aparece este aviso cuyo texto es increíble. Como podrán observar, la empresa "La Realidad S.A.", cambia su denominación a "Estancia La Fantasía S.A." Esto es real, no hay truco. Por lo menos, alguien que se pasó al otro lado del mostrador!!!







Over.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Condiciones de vida

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El 8 de diciembre de 1914, Franz Kafka anota en su diario:


Ayer, por primera vez después de mucho tiempo, innegablemente predispuesto a escribir algo bueno. Y sin embargo sólo escribí la primera página del capítulo de la Madre, porque hacía dos noches que no dormía, porque ya a la mañana había comenzado a dolerme la cabeza, y porque esperaba con gran ansiedad el día siguiente. Nuevamente comprobé que todo lo que escribo con interrupciones, y no durante el transcurso de la mayor parte de la noche (o aún en su totalidad), es inferior: y mis condiciones de vida me condenan a esa inferioridad.


Over.


sábado, 25 de septiembre de 2010

Blanco Nocturno, la última de Piglia.






Uno podría adivinar, si no lo supiera, que el autor de Blanco Nocturno es Ricardo Piglia por una cuestión de estilo: las famosas notas al pie. Sí, pero fuera de esa característica, y hablando de estilo, uno bien podría marearse. A ver, sabría que indudablemente el autor es argentino. Sabría que ha leído a Onetti, a Saer y a Soriano, y que no los olvida a la hora de escribir. Y sabría, sin demasiado esfuerzo, que no es la primera ni la segunda novela del autor.

Blanco Nocturno es una novela de factura exquisita, hija de las mejores narraciones sobre los temas que abarca: el campo, los pueblos del interior, una historia familiar desdichada, y la mezcla de dinero, política y crimen, todo bajo una secundaria trama policial.

Todo comienza con un recuerdo, la llegada imborrable de Tony Duran, un personaje fácilmente imaginable como un centroamericano que ha hecho dinero en Miami (hay tantas películas...) Un extranjero que llega a un pueblo de la provincia, acompañado por dos mellizas, hijas del viejo Belladona, en otros tiempos, mandamás de toda la zona. La trama se arma con el asesinato de Durán, la aparición del comisario Croce (símbolo un tanto básico del loco justiciero, ensimismado en la búsqueda de la igualdad), el malo de la película, el fiscal Cueto, y el soñador utópico, Luca Belladona, quien será, en última instancia, el motor de la narración.

Piglia plantea una trama, la presenta con rapidez, para después caminar tranquilo sobre los hechos. Es ahí donde despliega su talento, lo abre con destreza y se nota el dominado pulso narrativo que le dio los años.

Lamentablemente, en algunas partes se notan las costuras, y cuando esta promediando la novela, se amontonan comentarios sobre economía que se destacan por lo inapropiado. Algo así como si el autor los hubiera leído con interés y quiso sí o sí intercalarlos.

A lo último hay que sumarle la nueva aparición de Renzi, cuyos asaltos intelectuales le abren la puerta a los hilos del autor: todos nos damos cuenta que son pensamientos que le suceden en la cabeza a Piglia y no al personaje.

Creo haber leído que Sábato dijo alguna vez, que las novelas permiten hojas y hojas sin sentido, digamos, baches narrativos que se compensan en su extensión. Todo lo contrario a lo que sucede en un cuento, donde el espacio es vital y no hay lugar para la digresión. Sin dudas, si Blanco Nocturno no se dilatara en tantas páginas, seguramente estaríamos hablando de la mejor novela del año. Pero no.


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jueves, 23 de septiembre de 2010

Esos labios podrán mentir

Volvió Ceci. Una acción imposible. Pero volvió a darle sentido a los cinco metros de distancia, puerta a puerta. El pueblo no cambia. Yo justo había leído sobre el Mundo de Margaritas y le empecé a contar sobre las flores blancas y las flores negras, el equilibrio, un yin yang hipercientífico con ecuaciones y todo. Me da tanta vida verla vivir, el correrla del tiempo por unas horas, como ella a mí.

Claro, a la doctora le salió lo de la homeostasis, como si nada, y encima me noqueó con histéresis. Sí, intenté con resiliencia, en vano, es otra cosa, nene.

- ¿En qué tiempo vivirá tu gato?, me pregunta, - Ahora que te vas quizás no quiera seguirte.
- ¿Hablás de vos o del gato? 1 a 1

Este disco era de mi abuela, la Celi, y me lo regaló a mí. Flores Negras, me dijo. Alucinaba, la nona.

Flores negras antes del frío de arroz y las manos rápidas. ¿Si me siento mal vendrás a curarme?






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Plaffff!!!!!






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martes, 21 de septiembre de 2010

Bloom!

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Arte de tapa de la peli Les Herbes Folles




You're going to reap just what you sow...


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Palabritas

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El tiempo te ha adulterado, ya no podría asegurar que cada parte de tu cuerpo es la misma que rueda en mi memoria. Se ha trazado una ruta de la felicidad, autóctona y libre de mí, una línea impar que sólo rescata el deseo. No puedo hacer nada, soy inocente de la trama, esclavo de su avaricia.

Ya no eres nadie si te acercas, sólo una confusión de átomos a destiempo, hábil y tenaz, de las narices a tu sombra de años y silencio. Te repites, una y otra vez, y mi mente se fosiliza ante la imagen, la llave, la puerta, el aliento, ya está bien. Fiebre crónica, cada tanto se pierde, hasta que muera, con mi muerte, eso ya lo sé.




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viernes, 17 de septiembre de 2010

Una pinturita.

En mi floreciente pasión por la pintura, tardía por cierto, busco clasificar sin grandes reparos, a los distintos artistas. Es decir, intento equilibrar imágenes y palabras. Picasso, por ejemplo, es según mi ordenamiento: roto, luz, grito quebrado. Manet, por caso: crepúsculo, pastel, aliento freno.

Degas, el francés que vivió ochenta y un años cuando todos se morían quince años antes, es, sin demasiado esfuerzo: danza, fotografía, pastel soledad. Y hay una obra suya, la famosa “Absenta”, en la que retrató como nadie nunca, la soledad en su tono más brusco.

Esa mujer, ya vencida, animada por el rumbo repetido de tardes y tardes frente al mismo vaso de veneno. El hombre, con forzada hidalguía, compartiendo el mismo amor borrado. Todo frente a un espacio izquierdo a contramano, subrayado por la botella vacía, la tibieza de las sombras en el espejo, la pluma o el puñal, lo mismo da, tímidamente en primer plano, al alcance de la mano. Una soledad despreciada, aumentada por la luz del impresionismo más clásico, símbolo de un cambio de aire en la historia. La humanidad.





Over.


34 años.






O fumábamos sábados sin cierre, con los discos de Serrat de algún padre, Silvio Rodríguez y la sensación de que Sui Generis escribía para nosotros. Y nos enseñaban los siete reyes de Roma (Rómulo, Numa Pompilio, Anco Marcio, Tulio Hostilio, Tarquino el antiguo, Servio Tulio y Tarquino el soberbio) los polinomios y el oscuro pecado de tocarnos. Callaron tanto. Callaron tanta mierda esos mierdas. Por suerte el tiempo sopló con buena dirección. De esto no nos contaron nada.

LA MANO ANONIMA
A mí hija María Claudia, militante de la UES secuestrada durante "La noche de los lápices".

Mano anónima aleve y asesina,
con sólo tocarte
ha intentado macular tu pureza,
tu inocencia,
por cierto, fracasando.
Tu grandeza de alma es infinita.
Tu generosidad, ilimitada.
Virtudes tales son inmaculables.
La mano anónima, aleve y asesina,
no ha podido mancharte
por mas que lo intentara.
Y esa pureza constituye tu triunfo.
TU VICTORIA y su derrota.
Has vencido, hija mía,
y tu victoria ha sido apocalíptica.
Aunque tu estés ausente todavía yo te lloro
y te admiro al mismo tiempo.

Jorge Ademar Falcone, padre de María Claudia Falcone.


Over.



Triple play

El libro, la peli y la canción.



So what now? It's plain to see we're over,
And I hate when things are over -
When so much is left undone






Over.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Tremendo

'


` Pero no planeamos la vida de antemano, como las novelas. Estamos seguros, mientras vivimos, de que hemos clausurado un periodo de la misma, generalmente gobernado por una figura central cuya influencia lo diversifica de los restantes, y de repente, cuando los aguardamos menos, nos enteramos de que el proceso se vuelve a actualizar y de que acontecimientos y personas que considerábamos “juzgados” y hasta archivados en lejanas fojas, vuelven a ocupar el primer plano, a solicitarnos, a requerir nuestra atención más lúcida, y a ser el centro de nuestra inquietud porque son nuevamente “la vida”.
´ Eso otorga a la vida, como tema, una invariable superioridad sobre las tramas de la imaginación: esa permanente posibilidad de lo imprevisto que nos enseña que todos nuestros pleitos siguen tramitándose hasta el final, que nunca nos asiste aquí la certeza de haber terminado algo, de haber terminado definitivamente algo.

Los Ídolos
Manuel Mujica Lainez



Over.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Pozo negro

'

Tu voz es brasa.
Mejor: tu voz es humo que late palabras, injusta,
y se mete en mis pulmones y domina mi aliento. Y cierra.

Tu voz cierra, desordenada, mi voz tumultuosa de ideas.
O cierra el sueño, superpuesta en otras bocas. Gira.

Quién te pidió que giraras planes en el muelle.
¿Te habla tu voz, desconocida; te miente como a mí?



Over.

domingo, 22 de agosto de 2010

De a uno.




Las manos se me metieron solas en los bolsillos, como la vergüenza de no estar ni de pertenecer. El tejido social que me arañaba el alma, crecía sin el control que yo hubiese deseado. No tengo mucho que decir, sólo repito, sin fuerzas, aplastando pequeñas diferencias. Poco más o menos, rueda la memoria para falsificar o validar, quién sabe. ¿Encubre o altera? Yo qué sé. Cómo puedo saberlo, si mientras bebía esa coca-cola sin gas, escuchaban Face Value, de principio a fin. A mí Phil Collins me gusta, algunas cosas, como a todos, y no discuto lo de Genesis, yo qué sé. Pero escuchaban Face Value y se miraban y entendían algo que yo no lograba descifrar. Y sé que ellos me miraban con desdén y ellas con intriga.

Vos brillabas, claro, con esa luz que no se enciende. Y mi mente tarareaba a Lolita Torres: “En la luz de tu mirada / yo me quemo si te miro... “, con ese “io” tan extraño. Ni hablar cuando sube el tono y ruega: “No me mires, pero si me miras / mírame a los ojos que allí te veras...” y la remata con: "No me mires que por dos caminos / van nuestros destinos, / no me mires más...” Qué decirte, callado, en medio de intrigas y desaires, cómo lagrimear que se perdía para siempre mi posibilidad de pertenecer, y la tuya de olvidar. Después, después quisimos olvidar juntos, y eso no va. Eso nunca funciona. Se olvida de a uno, eso es ley.


Over.


Pozo negro

'


No reclamo una gramática
El idioma que no pudimos crear
Ni siquiera esta violencia de amores rotos

Menos áun puedo condenar
Tu llamado para saber si llueve,
Tu recordatorio de libros olvidados
Tu vida feliz y lejos.

Un grito de luz, eso sí, eso está bien
Algo soberbio que me frene el aliento
Una cruz, una marca que me desmienta
No me digas que estás viva, por favor
Así, viva, no.




Over.

A vos que ni siquiera sé si estás leyendo esto

'



A quién le va importar que me desespere por una palabra que no encuentro hace días y que el proceso vaya empujándome a los límites de mi dudosa creación, que tanto trabaje para estar a la vanguardia de no sé qué y al final termine por defraudar el deseo, que una débil lluvia de octubre me entrecierre los ojos y dibuje imágenes intermitentes de tu rostro.

A quién le puede interesar que mi oculta marginalidad se avergüence cuando se me reclama opinión, que anhele escribir alguna línea digna de ser leída, que el castellano y el inglés se debatan en mi pensamiento. A quién, en este perpetuo e inminente mundo, le agradará saber que me dejo rodear por las cosas que no vuelven.

¿A vos te interesa? Sí, a vos que ni siquiera sé si estás leyendo esto. Si supieras que te vas colando entre las palabras que intento que no te definan, que te describo sin querer entre todas esas vidas que controlo compulsivamente. A veces creo que es mejor que no estés, que me acompañes ausente.

Pero ya sé, usted pensará que estoy buscando cómplices para que no se me reconozca en la anónima multitud, y yo le diré que no está tan equivocado, que usted piensa bien. Sin embargo no es a usted a quien quiero dirigirme, te estoy hablando a vos, a vos que ni siquiera sé si estás leyendo esto. Qué importa, sería lo mismo, si de todos modos lo estoy diciendo. Decíme ¿no te molesta tenerme tan cerca, ahí, desdibujando tu mirada triste, empujando tus comisuras hacia arriba sin que lo puedas evitar? Es verdad que por momentos me alejo, pero, sabés, desde que construí este trampolín no puedo esquivar su extraña seducción. Es que no te das cuenta y lo hacés otra vez y cada más lejos. Por ahí te cruzás con palabras raras como sanâtana dharma, y tenés miedo de volver a la superficie porque pensás que ya estás signado, que se te llenó el cuerpo de pasado y que va ser muy difícil sacártelo de encima. Y en otro salto te enterás de que el tiempo es infinito pero no así el espacio, para que después alguien diga que los dos son infinitos, y escuchás un chirrido dentro de tu cabeza. Y justo ahí te caés y ves dos piernas frente tuyo que te atrapan, te magnetizan y deseás que no fuese la próxima estación en la que te tenés que bajar. Armás la conversación, los sí y los no, y la llenás de fragilidad.
Pero la improbabilidad te supera y no evitás la inercia, entonces todo lo que te rodea es una ilusión, un conjunto de percepciones, y cuando te mirás al espejo y te ves tan nítidamente te creés lo otro, eso de que somos los únicos que existimos y de repente te sentís solo, allá arriba, y apurás la caída, pero viene sola, con ella; ella que ahora sos vos que me mirás y siento que podés salvarme. Me apoyo en tu pecho y escucho la otra parte de las palabras, ese eco que se derrama para adentro. Sí, me tocas la frente y la vida ya no duele, alrededor de tu cuerpo, y tu mirada indefensa que no me dice nada más y está bien.

¿Le importa? Ahora le pregunto a usted a quien no le dirijo todo esto. ¿Le interesará saber que no podré dejar de preguntarle aunque jamás me conteste? Y a vos que ni siquiera sé si estás leyendo todo esto, ¿te importará?, ¿vendrás a despojarme de tanta inquietud? ¿seguiré sintiéndote aun cuando no pueda saber si existes todavía? ¿Dejarás que el brillante animal siga intentando devorar la distancia? A lo mejor usted tiene razón y es mejor cargar de retórica a todas estas insensatas preguntas. Y vos, que ni siquiera sé si estás leyendo todo esto, ¿es mejor así?


Over.


PD: Escrito hace tanto. Rudimentario pero sigue latiendo. Encontró lugar.