lunes, 3 de marzo de 2014

Crímenes y Jardines





Pablo de Santis tiene el don. Ya creo haberlo dicho. Si lo dije, lo repito. Tiene el don de la literatura, como lo tenían Soriano o Chéjov y no lo tenía Sartre (la bravuconada no es tal, Sartre escribió El existencialismo es un humanismo, y con eso basta, ¿no?) Decía que De Santis ha llegado al punto casi profesional de la narración, ese en el que escriba sobre el tema que sea, lo hará con nivel y estilo.
Crímenes y Jardines es una novela aparentemente policial, con detectives, muertos, misterios y deducciones. Pero más allá de los formalismos, la historia abreva en la condición humana, en las diferentes formas del amor y la soledad. Si bien en Chandler, esto último no estaba ausente, en De Santis busca un nivel filosófico más alto, si se quiere, reiterando la ya clásica tradición simbólica rioplatense. Es quizás, la representación, un abuso de la literatura argentina, pero cuando hace honor al estilo, no pierde eficacia alguna.

La historia nos trae de vuelta a los personajes de la novela anterior, El Enigma de París, y pareciera que podría dar inicio a una serie más extensa. Ambientada en el final del siglo XIX, el encanto detectivesco cobra mayor relevancia, y quizás Sigmundo Salvatrio, con su maestro ya fallecido, comienza su camino en estas artes, para, quién sabe, superar al vernáculo Etchenique, con diferente astucia, y treinta años menos, eso sí.


Over.

lunes, 10 de febrero de 2014

Peor.



No está la habitación de recortes de diarios tarjetitas. No están las fotos de ajenos muertos, amigos, abuelos, tus abuelos, los libros. No están los libros, la ropa en el placard, los juegos de mesa, las cenizas imparables de los cigarrillos que compartimos. No está tu inocencia. No está tu inocente lealtad. No están los discos, las entradas, los corazones mal dibujados, la cama que hacía ruido. La cama de uno, que hacía ruido. Las almohadas, el perchero, los apuntes, la soledad. Ya no está tu soledad, tu costumbre de perder sin merecerlo, tu ilusión. Tu ilusión vagamente revolucionaria, mi número, las cartas, la alfombra raída. La verdad, estuvo bien haberse muerto antes de entenderlo todo. Que el fuerte signo de los tiempos nos callara juntos, eso hubiese sido peor. Mucho peor.

Over.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Utilidad.






¿Para qué sirve saber que el 2 es el único número primo par? Para lo mismo que saber que ya no hay música de guerra en tus oídos porque el miedo la tapó.


Over.

sábado, 1 de febrero de 2014

A partir de ahora.





Siempre pregunto lo mismo y siempre responde lo mismo, así una y otra vez, como una autopista vacía en la que cambiamos de carril por miedo a estar dentro de un sueño. No hay autopistas vacías. Hay esos avisos que se repiten dando instrucciones o sugerencias: respete las señales. Sé que vamos a morir así, yo, antes. Mientras tanto cenamos juntos y los ayudamos a hacer la tarea, cada tanto hace calor pero en el diario hay ofertas de una televisión nueva. Se compra en cuotas, todas iguales, siempre las mismas. 

A veces sé que los años se apilan desgastados, se transforman en el barco o en la costa, según de qué lado estemos, y creemos que se alejan cuando en realidad somos nosotros los que partimos y negamos, los ojos cerrados y la vista al frente. Cada tanto alguien se tira al agua. Lo odiamos, no podemos soltar. Ahí van los náufragos, decimos, pero callamos rápido, volvemos a casa, y le pregunto lo mismo, ya creo que no escucho la respuesta, mañana se repetirá, una y otra vez, a partir de ahora.  


Over.

 

Buena mierda




Dice Hemingway:

"They say the seeds of what we will do are in all of us, but it always seemed to me that in those who make jokes in life the seeds are covered with better soil and with a higher grade of manure."

Que vendría ser:

"Dicen que las semillas de lo que haremos, están en todos nosotros, pero siempre me pareció que en aquellos que hacen bromas en la vida las semillas se cubren con mejor tierra y con un mayor grado de estiércol."
Dice estiércol, que también es abono, claro.

A Moveable Feast.
Chapter 10, With Pascin at the Dôme.

miércoles, 22 de enero de 2014

Aquí después ahora.




Sólo que tanto la fuga, el loop, o la cinta de moebius dan ilusión de algo que se repite, pero pareciera que casi nadie repara en el tiempo. Puedo pasar mil veces por el mismo lugar, pero nunca será simultáneamente. "Yo-aquí" es sólo una vez. El "yo-aquí" que parece permanecer, en realidad es otra capa; un lugar en otro tiempo, ya no es el mismo en términos exactos. Sólo en el infinito pareciera poder darse esa condición, como no hay sucesión, todo es simultáneo, pero aquí no, a esta hora, no. Sigo con el libro de Hofstadter, y quizás lo diga más adelante. Ahora digo esto. 


Over.


martes, 21 de enero de 2014

Pozo negro




Sí, hace calor pero hay estrellas.
El agua en el aire abre la noche
y no hay ahogo peor que este síntoma
de saberte viva a esta misma hora

La hora de un doble naufragio, frío,
en el fuego brumoso de tu vana voz:
una mueca o un gesto sin rostro, fácil,
palabras como saltos sobre tus labios

Pero hay estrellas a pesar del tedio,
de la sangre que hierve en las calle
del tenaz anatema de tu amor
en esta mugre a medianoche

Estrellas a pesar de todos los mundos,
de todas las voces que inventamos,
de esta precaria orfandad de espíritu
de las prisiones que mis ojos callan.


Over.
 

martes, 14 de enero de 2014

Palabritas





El perro ha muerto y la casa fue derribada. Ahora es un frente de madera y pasto creciendo entre piedras. “Es como una bola de fuego, a la que le echas agua y no se apaga”, dijo él, mirándolo de cerca. “La bola está en tu mente, donde se da la lucha entre el ardor y el ahogo. Nunca se muere ese fuego, y vuelve en silencio, para quemar durante años y años y años.”, dijo él con más vehemencia, grave, inculcando experiencia. “O un día, simplemente se desvanece. Deja una senda marchita que se nubla con el tiempo. Es otra bola de fuego que nace, inofensiva, hasta que un día volverás con el agua inútil a intentar reprimirla, tontamente.” 

El perro ha muerto y la casa fue derribada. Ahora el pasto crece entre las piedras y la madera, y allí arriba sobre alguna pared, resiste algún azulejo, un pedazo de papel, el ángulo ínfimo de algún espejo que te guarda. Y él que habló sobre la bola fuego, el agua, luces que vuelven, lo que no duerme jamás. Todo esto hay sostener. Todo esto.

Over.